El hermano Moisés Cisneros nació el 12 de agosto de 1945 en Quintana de Raneros (León), España, en el seno de una familia que supo inculcar en todos sus hijos un profundo sentidos de la vida y de la fe católica, herencia ya de tradición y de vivencia familiar. Inició su apostolado en El Salvador en la Escuela San Alfonso. Desde el Liceo Salvadoreño realizó una hermosa proyección en la comunidad de Atehuán. Fue fundador de la comunidad de Chichicastenango. Siendo director de la Escuela Marista de Guatemala, en la zona 6, fue asesinado en su oficina el 29 de abril de 1991.

En el marco del XXXII aniversario de la entrega pascual del Hermano Moisés Cisneros, es importante recordar su legado y compromiso en la fe cristiana. Él comprendía la complejidad de la realidad y sabía que la luz de la fe puede ofrecer soluciones humanamente posibles, aunque siempre animadas por horizontes utópicos. El Hermano Moisés y muchos otros catequistas y delegados de la Palabra han sido inspiración para muchos en su labor evangelizadora, particularmente en Centroamérica y el Caribe.

 

En nuestros días, la realidad sociopolítica de la región sigue siendo desafiante. La celebración del centenario Marista en Centroamérica y la memoria del Hermano Moisés nos recuerdan la importancia de hacer una opción decidida por la verdad, especialmente en un contexto de injusticia, corrupción, pobreza, racismo y migración, que afecta en particular a los niños, niñas y adolescentes.

 

El legado del Hermano Moisés Cisneros nos invita a mirar la realidad con los ojos del corazón y a asumir una responsabilidad evangélica frente a los sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas en la región. Su ejemplo es una inspiración para aquellos que buscan un futuro mejor para todos, especialmente para aquellos que más lo necesitan. Sigamos su legado y trabajemos juntos para construir una sociedad más justa y fraterna.

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